La Pascua en cuarentena
- María Beatriz Tellería
- 14 abr 2020
- 1 Min. de lectura
Hoy amanecí con pena por los que han partido sin decir adiós. Me pregunto sin respuesta ¿por qué, por qué así, por qué tantos? Señor, ¿por qué?...
Me resulta más sencillo encontrar los “para qué”: ansío, nos urge una purificación interior: desintoxicación espiritual por tanto odio acumulado y tanta violencia derramada. Nos urge el reencantamiento vital; la expansión colectiva de la conciencia biocéntrica, la construcción genuina de la paz.
Hoy quiero soñar con la utopía racional de que es posible un mar de girasoles abiertos en plena humanidad, ante los abrazos fecundos en las tierras de la solidaridad.
Quiero escuchar una sinfonía de estrellas titilantes en un cielo de hermandad, donde rojos, amarillos, marrones, blancos y negros dancemos el baile de la complementariedad.
Quiero soñar, quiero creer, quiero confiar que esta incertidumbre maestra fortalecerá nuestro paso terrenal y hará que dejemos huella fértil para las generaciones que vendrán.
Compañero no deseado en los caminos por aprender, resulta el dolor profundo y las dudas por no saber, mas esta experiencia de vida entendida de una vez y para siempre, hará posible si se quiere, redimir nuestra humanidad, y después del penoso calvario nacer a una nueva oportunidad.
Cuarentena en la cuaresma previa a la Pascua: aislamiento y desierto en la ciudad. Silencio, introspección, muerte y resurrección.

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